“Me escapé. De ella, del lugar, de la cotidianeidad, del ruido, de las charlas banales, del enojo y la preocupación, de la compañía que no es placentera. Pero sobre todo me escapé de lo que me dolió cambiar mi esencia por otra persona. Es hora de mutar a mi original otra vez, de volver a ser.”
¿Por qué esta necesidad de teorizar sobre “lo que somos”? me pregunto, a la vez que encuentro material nuevo sobre el tema género y todas las discusiones que acarrea. ¿Por qué esta búsqueda incesante de palabras, argumentos, teorías sobre unacaracterística más en la larga lista de todo lo que me conforma? Hay miles de millones de personas en el mundo, por lo tanto hay igual cantidad de opiniones; ¿debería preocuparme por conocer alguna parte (porque no creo alcanzar a la mayoría) de ellas? ¿Es crucial para mi desarrollo como persona y como mujer lesbiana contar con el conocimiento de la diversa y amplia cantidad de enfoques que existen sobre la teoría queer?
Poseer información –del tipo que sea- siempre ha sido una fuente de poder. La “sed de conocimiento”, por llamarla de algún modo, debería ser cultivada en todos los seres humanos desde la temprana edad. ¿Porqué? La razón es simple: la ignorancia genera miedo. Miedo a lo que es diferente, distinto de la norma imperante y heterosexista que existe en nuestra sociedad. Si cada persona en el mundo fuese educada y enseñada sobre la diversidad de modos de vida que existen en el planeta, ese miedo se disiparía hasta convertirse en sólo una bruma, una niebla en el pasado. Ese miedo generador de la homo/lesbo/trans fobia, y también del racismo, la xenofobia, el antisemitismo, y otros males del mundo, disminuiría lentamente hasta desaparecer de la sociedad. Es necesario por lo tanto informar, capacitar la mente para erradicar la intolerancia y la discriminación. Y es mi deseo poseer las armas que me permiten ayudar a informar, por consiguiente debo primero aprender. ¿Aprender qué? Aprender sobre la lucha política y social que realizaron todas las personas que alguna vez fueron o son discriminadas, antes de mi nacimiento y después. Porque es imposible entender quiénes somos hoy sin el ayer.
Dos años atrás me hubiera sido imposible ser parte de un debate sobre los derechos de igualdad. Hoy creo estar mejor preparada para involucrarme, para no quedarme al margen en una cómoda posición apática, diciendo que “no voy a poder cambiar nada”. A mi modo de ver es fundamental saber lo que está ocurriendo a mi alrededor, en el lugar donde habito, en mi país y cuáles hechos van a modificar o podrían modificar radicalmente mi estilo de vida y mis relaciones interpersonales.
Es necesario contar con los argumentos teóricos requeridos para expresar lo que deseamos, legalmente, socialmente, políticamente, como comunidad y como individuos. Por eso sigo buscando, indagando, al igual que muchos otros, conocidos y desconocidos, militantes y apolíticos, jóvenes y no tanto, estudiantes y trabajadores, etc. Para que al enfrentarme a situaciones de discriminación (todos las vivimos algún día en nuestras vidas) pueda usar sin reparos mi voz, no para hablar en nombre de una minoría –aunque en algún sentido lo haga- sino por mí, para aprender a defender mis derechos y reclamar por lo que falta, que es mucho.
Hola gente! He vuelto, después de un largo lapso sin internet... pasaré por los blogs apenas pueda para ver en qué andan... desde ahora seguiré trayendo pedacitos de historias y algo más!
Escucha voces lejanas que no saben indicarle el camino. Teme que si duerme con un gato (o mejor como un gato) acurrucada entre las sábanas, no la acepten; que su vida bohème no sea de su agrado, porque a cada rato se sale de la caja en la que la pusieron. Para ella las respuestas son siempre el problema a la vez que la solución, es imposible arrancarlas de raíz. Quiere que su pelo se convierta en pelo de gato. Irene está enojada porque el nuevo edificio que construyeron en la manzana de su departamento pequeño le obstruye el sol del atardecer, la mejor hora para sentarse en la ventana. Cree que destruir se parece a descubrir, pero crear armatostes para tapar el sol, no le agrada. No quiere caminar con el corazón en las manos, se lo destrozaron más de una vez y prefiere esconderse. Como los bichos en su espalda.
“Qué me hace feliz? Música, la música me relaja. Pero vos. La satisfacción del trabajo bien hecho. Pero vos. Una noche de brisa tibia y olor a lluvia, perfecta para gualichos. Pero vos. Una carta perfecta. Pero vos. La idea para un nuevo relato. Pero vos..”