miércoles, 16 de diciembre de 2009

Feelin' stupid


Una noche diferente a otras. Recorriendo hospitales, probando calmantes, el dolor en las manos y en el pecho. Una mano me guiaba en el camino. Sé que tropecé un par de veces, tuve que apoyarme contra la pared de un largo pasillo. Me sonreía, aunque estaba sola. Llegué a mi cama, mi lugar. Todo se volvió lento: mi percepción del tiempo se alteró, y cuando miré hacia la ventana ya se filtraban los primeros rayos de luz. ¿Era un sueño? No, no podía serlo. Estaba más consciente que en cualquier otro momento de mi vida, creía ser capaz de definir cada soplido de aire que entraba en mis pulmones. Creo que leí un libro de historietas. Las hojas pasaban rápido, rápido, entendía pero sin leer, entendía con los dedos. La somnolencia, al fin. Pero no caí en profundidad. Los ruidos siguieron acechándome, agua que corría, luz, música, un perro ladrando. Sir a los pies de la cama. ¿Era él? Quería escribir, lo pensé, miles de ideas se alborotaron, pero no logré sacarlas. Otros papeles se me atravesaban en medio, carnets de obras sociales, recetas. Las perras se volvieron sumisas ante el sueño. Un sueño en donde mi cuerpo no respondía a mis pedidos, se movía pero sin un objetivo. Sir maulló. El teléfono dejó de sonar. Y seis horas más tarde, me devolvieron la consciencia.

2 comentarios:

M dijo...

esas noches de inconciencia tienen su encanto. aunque son más lindas acompañadas...

lau dijo...

necesito dormirme y despertarme dentro de meses, con todos mis problemas resultos.

beso, pazchi
perdon que ando borradisima..