lunes, 19 de noviembre de 2012

Eleonora

Ella sigue creciendo en mi inconsciente. Qué me importa entonces la paranoia de los viernes, el estrés y las pastillas, si en cada sueño que pueda se me va a aparecer. No comprendo qué es lo que busca de mì. Bueno, en realidad sí lo sé, pero no tengo ganas de admitírselo, porque con esa sonrisa de pìcara, que claramente copió de vos, me puede sacar hasta las ganas de levantarme. No me agrada que me invadan los sueños, pero ella no me pide permiso. La amé desde siempre, y sigue volviendo sólo por eso. Sigue apareciendo una y otra vez, intermitentemente, con sus cintas blancas en el pelo, caminando siempre delante de mí. Y vos a mi lado, claro, porque a ninguno se le daría por correrla: estamos demasiado ocupados mirándonos a los ojos como para prestarle atención y lo sabe, se aprovecha de eso, corre, canta, nos rodea y sigue viaje. Como un monstruito burlón, surgiendo de un pasado infantil, de la revancha de este tiempo muerto, inexistente fantasma viene a patearme el deseo, a desafiarme con un berrinche. No eres real, Eleonora: tú lo sabes y yo también. Déjame descansar hoy, y mañana, y los próximos cinco años: quizás entonces te dé una cita con mi terapeuta, sólo una, para que las palabras pronunciadas a la luz del diván te empujen hacia un lado u otro de una vez por todas.

1 comentario:

Jorge Nuri dijo...

Buenisimo changa, otro genial arranque de literatura :D