Viajar -en colectivo o en auto- me hace pensar. Pensar mucho. Hacia dónde voy, qué hago con mi vida, qué me gustaría hacer o tener. Prefiero ir mirando por la ventana antes que dormir. Casi entro en trance; casi me paso de largo en todos mis destinos.
Siempre creí que viajando es posible detener el tiempo: uno se mueve, se mueve a gran velocidad, y las cosas y personas que deja atrás pueden quedar paralizadas, estáticas, esperando que uno vuelva a buscarlas. El tiempo se detiene, zás, y desplazarse se convierte en una experiencia mágica. Es posible continuar el camino eternamente, con rapidez pero sin apuro, porque lo que nos espera se ha quedado congelado en el instante en que nos marchamos hacia otros rumbos. Hasta que un día entendí que en realidad el camino no era recto, había curvas por todos lados... y si lo que nos esperaba se había congelado era porque la ruta se convertía en círculo, en el círculo de una vida que siempre vuelve a empezar para tratar de enmendar sus errores.
5 comentarios:
guau que lindo!
gracias por pasar por mi blog!
a mi caminar me hace pensar mucho..
y cuadno apago la luz para tratar de dormir..
todas las ideas vienen a mi..
eso de consultarlo con la almohada es muy cierto..
besos, nena
Einstein pensaba algo parecido, ja,si se vieja a la velocidad de la luz el tiempo se detiene, es la teoria de la relatividad.
Te abrieron la puerta del closet y te dijeron BU!Por lo que se lee no encontraste lo que esperabas.
Los Megane amarillos, siempre te llevan a lugares extraños.
Enjoy.
Abraxo Pazchi.
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