sábado, 23 de julio de 2011

Quiero hablarte


No quiero hablarte de mí y de mi total desprecio por este cuerpo enfermo que me limita a los espacios conocidos. No siento ningún respeto por él; quisiera dejarlo andar solo, sin las muletas que reclama, que se libere del dolor y se acerque al espíritu que desea abandonarlo, que lucha por escaparse cada noche en sueños. Quiero hablarte del alma que lo habita, que lo odia y lo dejaría a su merced apenas tuviera una oportunidad. Pero, dónde encontrarla? Dónde está la ventana de salida, la escapatoria a las noches de fiebre? Si la conoces, por favor no dudes en señalar el camino. No quiero más remedios inútiles a una atadura que me va a acompañar para siempre, que me deja sin opciones de imagen. No sé acercarme a mi propio ojo, porque me da miedo que me arrastre a un agujero del cual no pueda salir. Y si no hay otra pared que construir, otro hueco que sellar, no encuentro mis palabras en ningún lado más que en la ira y la sombra de una noche que no me es placentera.

jueves, 21 de julio de 2011

Carta de presentación a ComoPezEnElArbol

Todavía creo que la literatura es cosa de magia, que para escribir hay que prender una vela, invocar a los dioses, escuchar música que les agrade a las musas, entrar en un trance hipnótico, conectarse con el otro lado de las manos, ofrecer un sacrificio.
Porque ganar algo tan valioso como el don de la palabra no es un regalo.

Conocer un secreto que podría destruirte. Conocer
tu verdadero nombre para ser tu amo. ¿Acaso no es ésa una leyenda antigua? Un vago recuerdo de un dragón y un caballero. Pero, podría ahora pensarte como mi dragón, mi retador, aquél que terminará por matarme o entregarme su corazón. ¿Conozco tu secreto? ¿Cómo hago para comprobarlo?

Todo pica. Esta incomodidad en las manos, las venitas saltando como si quisieran salirse de la piel. No imaginaste nunca que el personaje de mis historias no era ella, sino yo misma. En ese momento me sentía poderosa, y quería sentir que tenía el control. Necesitaba cambiar mi apariencia en un lugar donde no fuera peligroso y pudiera fácilmente volver a encontrarme cómoda. Un relato de mi mundo paralelo. Quería ser una venita exaltada, y salirme de mi camino para que la sangre se deslizara por el dedo hacia un papel en blanco donde finalmente podría descansar.

Si me escucharas cuando te digo lo importante que son las palabras en mis oídos para la estimulación de este cuerpo que no tiene ganas de moverse, que perdió en algún momento el ansia, quizás no serías tan reticente a la hora de recitar un poema que me abra los ojos, que me despierte de mi ensoñación inmóvil, que me haga nadar en el ritmo de una vibración y de un cuerpo tan extraño para mí y aún así, en simétricos movimientos, ser en resonancia a eso que sale de tus labios.

No te resulta extraño entonces que haya exorcizado a la mayoría de mis fantasmas entre líneas de tinta, porque así soy yo, porque es parte de lo que este cuerpo sangra, porque si se me ocurriera publicar tus cartas o las mías haríamos un hermoso libro, sabés? Porque a nadie le escribí con tanta función poética como a vos, ni con tanto impulso literato, y nadie sabe ciertas cosas que vos sí sabés, y que si se soltaran al aire formarían un rulo de barrilete y un cuervo, y muchos pensarían que es un designio del fin del mundo y se suicidarían, pero eso es tan común hoy en día…

(Con estas palabras yo te ato para que puedas sentirme sin tocarte.
Sangre apalabrada, palabra ensangrentada)

viernes, 8 de julio de 2011

No soy nada más que una muñeca a la que le ataron un alma. No quiero más esta ruptura en mí, esta dualidad infecciosa, quiero llorar y que en el agua salada se escape mi esencia, mi alma se deshaga en millones de gotitas mínimas, se evapore y vuelva al lugar a donde siempre debió estar.


La desnudez de mi cuerpo me ruboriza cuando sé que estás mirando a través de mis huesos. Porque mis ilusiones más escondidas salen a la superficie si vos las convocás. Es tu poder, un regalo que te hice, aunque a veces lo uses contra mi voluntad. Te di la contraseña de mi muerte y también la de mi deseo.



Si no hay luz hace tres días es porque me tragué el sol. Me lo comí, como Zeus se comió a su padre, lo escondí dentro de mí, y nadie puede verlo. No deseaba que pudieras verme, pero este brillo me delata. No puedo dejar que el mundo se convierta en mi en emigo. Quizás les devuelva el sol, pero quiero a cambio una noche llena de estrellas.







Textos: Pazchi
Fotos: Alan Maida Y Ale Cape