sábado, 20 de diciembre de 2008

La belleza de la tortura morbosa.


Las únicas mariposas que aletean en mi estómago cuando te veo son las mariposas decapitadas. Ésas que perdieron la cabeza al mismo tiempo que tu amor se fue de mis brazos, y ya no supe reconocer tu voz entre miles… tantas mariposas murieron ese día que a un pequeño grupo se le permitió por gracia divina seguir palpitando a la par de tus pasos acercándose. Pero la gracia divina no es perfecta, y aquellas pobres ya habían perdido la cabeza… así continúan batiendo sus coloridas alas, condenadas a sobrevivir a un amor que ya murió pero dejó su marca en mí eternamente. Casi como mariposas vampiras. Casi.
(¿Lo sabrás?)

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