lunes, 4 de agosto de 2008

Más allá del nivel del mar


En las alturas no hay piquetes. En las terrazas de los edificios, las copas de los árboles jamás hay tránsito; se respira mejor. El ruido se convierte en algo lejano, algo que puede olvidarse, que puede soltarse al viento para que se lo lleve. Desde un noveno piso es más fácil entrar en trance, olvidar que los pies están arraigados a la tierra, sentirse emparentado con los pájaros. Soñar con la libertad del cuerpo, esta piedra barrosa que sólo sirve para contener el alma; soñar con una elevación etérea y eterna.(Aunque desde esa altura también es es más fácil sentirse tentado a tirarse súbitamente al abismo).

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