viernes, 7 de noviembre de 2008

Pequeñas vergüenzas diarias


Marcadores kármicos. Viajes a la noche que causan caos emocional. Un pseudo-triángulo amoroso, palabras coaguladas. Caminar tomados de la mano, entender porqué nunca podría mirarte de otra manera, ni vos a mí. La teoría de la hermanita, los agujeros, viajes en bondi y el tiempo que gira en redondo. Como nosotros, que no paramos nunca, y por eso nunca nos encontramos en los ojos. (1-11)


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Yacer en los brazos de un amor postrado y moribundo. Caer en un entresueño químico de alucinaciones horroríficas. Sentirse morir. Sentirte morir. Sentir cómo se te escapa la vida. Encontrarme a mí. Desnuda en mi cama, sangrando otra vez… Chorros de tinta y manchas por todos lados. La música lentamente llena mis oídos, llevándose mi ánima. A nivel del piso sin poder levantar este cuerpo que me pesa más de lo que debería. (20-10/ 24-10)


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(30-9) Aquello que juramos no hacer se está volviendo incontenible e incontrolable, represa a punto de quebrarse, en los baños y en las plazas. Sigue creciendo con cada mirada, con cada golpe de espada, con cada derramamiento de sangre se hincha y agranda y desborda, ruido en decibeles insoportables para el oído humano, tu voz en mi cabeza. No puedo sentir otra cosa acercándose a mí más que tus pasos (pies que cantan la historia de nuestro encuentro).


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Tengo la imperiosa necesidad de tomar algo tuyo, algo que sientas como propio pero que esté a mi alcance, una canción, un libro, palabras que te persiguen y hacerlas mías, ensuciarlas con mi huella, mi imagen, moldearlas para darles un nuevo sentido, para que no puedas escucharlas sin pensar en mí, dejarles una mancha imborrable… Para que te torturen eternamente. (24-9)


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Perdiendo el rastro del plan que creí tener, del deseo que me atormentaba, ya no más… Ya no más mutilación, ni silencio: las bombas caen a cada minuto, ensordecedores estallidos de ira y violencia dirigida hacia el exterior, catarsis impulsiva, impetuoso instinto liberador. Adaptabilidad extrema a un medio hostil. A cada paso un grito, a cada suspiro un golpe. Sacando de mi alma la sangre innecesaria, sobrante, las mentiras piadosas, las miradas de lujuria, la suciedad y el pegote de estar consciente todo el tiempo. Sabía que era asqueroso, pero tenía que saber cómo era, probar un pedazo de la realidad de Horacio, del pánico de la costumbre, dejar de vivir en el sueño… Perder el rumbo, para descifrar si ahí estaba mi camino… (24-9)


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(16-9) Quiero mi libertad. Volver al rojo y a mí, a la que era antes de tener otro alma pegada, antes de conocer otros ojos, antes de contaminar lo que era y que jamás podré recuperar… (aunque me haya arrojado de cabeza al abismo).




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Quiero, mujer
Hundirme en tu profundidad
Que cierres tus ojos para
Sentir mis manos
Hundiéndose en tu sexo
Tu deseo húmedo hasta
Gritar el placer que te doy.

(8-9)

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