domingo, 29 de julio de 2012
Pared (verano)
Veinte días sin terapia y caí en la cuenta de que había demonizado el fin del invierno y la primavera indecisa. Entonces apareciste vos. Febrero, calor, remera blanca y lentes negros, pura imagen y el detonador en la mano listo para estallar. No esperaste a que me calle para tirarte a mi boca, y en una tarde nos olvidamos de los preámbulos, la histeria, el pavoneo para la conquista. No había palabras, no servían de nada, porque en esos cinco segundos en los que me detuve en tus ojos, entendiste que mis balas de plata te estaban haciendo una pregunta más que certera, que no hizo falta contestar. Tampoco querías contestarla. Eso era todo, ni un poco más ni un poco menos: una brecha de vacaciones, y la complicación de un sentir hubiera arruinado la búsqueda de la saciedad momentánea. Me quedé un rato largo mirando la pared blanca, tratando de que mi mente quedara así también. Los cuerpos rotos no ayudaron en nada; sabía que no volvería a verte. Pero seguís ahí, observándome, desde afuera, sin hacer un movimiento.
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2 comentarios:
O si si, cuando una tiene esa certeza de que es lo que va a pasar pero no importa nada, aunque después te quedes detenida de más en veranos tórridos... :)
Un beso.
Qué linda palabra, tórrrrrrido, para pronunciarla... =)
Gracias por pasar
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