miércoles, 4 de julio de 2012

Ventana (otoño)

La lluvia se volvió más y más frecuente desde que nos encontramos. Recuerdo miles de detalles de esa noche de otoño en la que el aire tibio -mejor dicho, la falta de él- antes de la tormenta se nos volvió insoportable. Mirábamos una película de fantasmas, y me levanté de la cama, desnuda, para apoyarme en la ventana abierta a buscar un poco de alivio. No había ninguna luz prendida en nuestro cuarto: sólo el reflejo de la tele, y la luz de mercurio de la vereda de enfrente que daba de lleno en mi cara. No te levantaste conmigo, simplemente te quedaste en la cama con tu cigarro, apoyada en mil almohadas. Pude sentir cómo me recorrías la espalda con la vista al mismo tiempo que caían las primeras gotas. Me sonreí: era uno de esos instantes en los que la costumbre se resquebraja desde adentro, porque la lluvia, vos y la luz de mercurio estaban ahí, todas atravesándome. Me gusta ese recuerdo. Me gusta pensar que no te olvidaste de ese aire cálido. Pero hoy soy sólo la silueta en la ventana que alguna vez te sonrió.

4 comentarios:

Pili (Como Cher...) dijo...

O la ausencia de ella...

Pazchi dijo...

Puede ser, pero no me agrada la idea de ser una sombra...

Gracias por pasar =)

Pili (Como Cher...) dijo...

Yo diría todo lo contrario... la ausencia de la silueta es todo el contenido y no sólo el continente...

José A. García dijo...

¿Saben sonreír las siluetas?

Saludos

J.